SI QUIERES QUITARME ESTE HIJO

CONSIDERACIÓN

425San Ignacio meditaba en presencia de Dios
qué sería lo que más
le costaría a su corazón,
si el Señor, de pronto,
quisiera exigirle algo, como la última
y suprema ofrenda de amor.
426Rápidamente pudo contestar a esa interrogante
de la sabiduría divina:
más que a sí mismo y su vida amaba a la Compañía,
a la que había consagrado sus fuerzas
y por la cual estaba dispuesto
a morir con alegría.
427Entonces exclamó: "Si Dios
me pidiera la Compañía,
se El quisiera destruir esta comunidad
que he fundado por complacerlo
-y que para mí es motivo
de alabanza a su bondad-,
428si El me la exigiera, tal vez mi corazón,
después de recibir
el anuncio de su muerte,
se agitaría intranquilo
aún durante un cuarto de hora...
pero luego Dios dominaría sobre ese sentimiento".
429¿No llevo yo, como San Ignacio,
inscrito en lo más hondo del corazón,
con un amor más grande
que todo amor humano,
ese pequeño y noble reino familiar
que desea asemejarse a la Trinidad?
430Ni un padre ni una madre,
en toda la intensidad
de su noble instinto de padres,
pueden querer al hijo predilecto de su corazón
tanto como yo quiero a la Familia
que Dios ha convocado.
431Gustoso doy por ella la honra,
el cuerpo y la vida,
la salud, la fuerza y los talentos,
si con esto, de acuerdo con lo que ella es,
la sirvo mejor
y si Dios así la corona con su amor y su fecundidad.
432A cada costumbre familiar,
aun la más pequeña,
quiero cantar jubiloso mi alabanza y gratitud.
Nunca abdicaré absolutamente nada
de esas tradiciones;
a ellas brindo mi vigor y mi fatiga.

ORACIÓN

433Dios omnipotente,
¿quieres quitarme este hijo,
te alegra paralizar sus fuerzas,
deseas verlo transformado en caricatura,
en la cual sólo reste
un pálido reflejo de vida?
434Por amor me regalaste el hijo,
me diste energía
para consagrarle toda mi existencia.
¿Quieres ahora verlo muerto en mis brazos,
o que vaya por la vida
como un ser deforme?
435Entonces te pido:
sé consecuente con tus planes;
sólo hacia ti tiende mi profundo anhelo;
sólo a ti, Padre, te busco,
tu voluntad procuro,
y mi alegría es que cumplas tus deseos.
436Toma este hijo,
al que Tú diste la vida
y al cual he ofrecido
todas las fuerzas de mi amor;
lo devuelvo gozoso a tus manos
y te entrego su destino y su felicidad.
437Por tu gran bondad,
si quieres conservarlo
para mí y para el mundo,
y que pueda seguir abrazándolo con amor,
si Tú quieres tomar como precio de rescate
mis ruegos y mi confianza heroicamente filial,
438¡entonces odiaré toda mediocridad
y toda pereza!
Ni de día ni de noche quiero, innoblemente,
dejar de pedir y suplicar lleno de confianza:
¡Apresúrate en manifestar
tus maravillas a tu hijo!
439Que su vida
sea una imagen fiel
de la vida
de nuestra Madre en la tierra;
que, a través del hijo, ella resplandezca
revelando su gloria a nuestro tiempo enfermo.
440Con eterna confianza
no me canso de implorar:
logran tus planes su cumplimiento;
prueba mi fe y mi confianza,
siempre creeré heroicamente
en nuestra misión.
441Y si yo mismo no llego a ver esa hora de plenitud,
que Tú tienes prevista para tu hijo,
entonces me quedaré atrás,
como Moisés en el monte...
me basta con que concedas al hijo
el gozo de la santa tierra.
Amén.

CONSIDERACIÓN

442Quiera nuestra Madre
implorar para nosotros una seriedad semejante;
entonces cruzaremos
victoriosamente las tormentas;
ella cuida que el Padre nos devuelva al hijo
mirándonos con sus bondadosos ojos paternales.
443Primero debemos regalar al hijo sin reservas,
guiar nuestro íntegro amor
sólo hacia el Padre,
y, aunque sea en el último instante,
lleno de amor y bondad,
El nos lo devolverá, como a Isaac.
444El Padre hace del hijo
un gran portador de la promesa
y se transforma El mismo en su generoso protector;
lo hace crecer y multiplicarse
numeroso como las arenas del mar,
para gloria y alabanza de la Santísima Trinidad.
445Al hijo lo hace fecundo en hijos santos,
que proclaman las magnificencias
de nuestra Madre;
lo convierte en sal de la tierra y luz de la creación,
para dar fuerza, calor y claridad
al mundo y a la Iglesia.
446Lo lleva a avanzar con valor y santa libertad
a través de tiempos indómitos y despersonalizados;
lo toma por noble heraldo
para proclamar por toda la tierra
la verdadera libertad,
la cual, alegremente, se consagra a Dios.
447Con tal de salvar la libertad de la Familia,
gustoso llevaré eternamente
las sombrías cadenas de esclavo.